Recuerdo de niño la valentía que otorgaba una soledad forzada,
de como las circunstancias y la necesidad hacian de mi alguien fuerte,
al menos en apariencia.
Es en estos momentos difíciles cuando quisiera reclamar a mi infancia
ya perdida esa chispa que en segundos conseguía reanimarme y hacer que
reaccionara.
Miro mis manos y están vacías,
les pregunto cual es el siguiente paso y, por primera vez, no obtengo respuesta.
El silencio es abrumador, el no obtener ningún pensamiento claro hace de mi
un ser frágil, propenso a resquebrajarse en cualquier momento.
Miro mis manos y están vacías,
incapaces de moverse al compás de mis pensamientos, se han convertido en
diástole y sístole en un baile que hasta ahora desconocía. Espero recuperar el control en breve y así poder contarles que es lo que me ocurre por que ahora se
que, como antaño, sólo mis manos me ayudaran.
Miro mis manos y están vacías...
1 comentario:
Las manos vacias, pero abiertas para cazar al vuelo toda la ilusion que nos rodea cada dia.
Los ojos abiertos, para no perder detalle, y no dejar escapar la oportunidad de agarrar fuertemente las cosas o personas que nos llenan de ilusion y nos regalan la fuerza para seguir adelante, nos devuelven la seguridad en nosotros mismos y en el niño que esta en nuestro interior, que se levanta firmemente sin pensar que se ha caido.
Una mano tendida hacia adelante
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